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Invento y tipos de inventario

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Mur André Breton, 1922-1966

Mur André Breton, 1922-1966

«No se puede entrar una segunda vez en el mismo río, porque es otra agua que se os acerca; se disipa y se acumula de nuevo; va buscando y abandona, se acerca y se aleja. Bajamos y no bajamos en este río, estamos en él y no estamos.» Heráclito de Éfeso

Willhaben.at, Kapaza.be, Revolico.com, Segundamano.es, Leboncoin.fr, Tori.fi, Jofogas.hu, Subito.it, Finn.no, Custojusto.pt, Blocket.se, Tutti.ch, Craigslist.org, Olx.com.ar, Mercadolibre.com, Bomnegocio.com, Yapo.cl, Vende.pe, Todoaca.com.uy, Roloeganga.com.ve, Sidibouras.com, Sidisouk.com etc.; la lista no es exhaustiva pero es suficiente para señalar el alcance mundial y la «diversidad» internacional de los portales de anuncios gratuitos en la Web; su lectura también revela de cierto modo la uniformidad y la normalización de su principio ergonómico.

Estas plataformas, útiles en primer lugar a las personas que las usan, también constituyen, para el navegante curioso, el paisaje de un relato viajístico dentro de la cultura contemporánea y viva de cada país. El recorrer de modo sucesivo estos diversos soportes le permiten al visitante descubrir la paradoja siguiente: los portales facilitan el acceso a un contenido variado y específico en cada situación pero su canal de difusión, es en su conjunto, y de manera bastante amplia, idéntica y genérica: la oferta se encuentra canalizada y formateada según esquemas tópicos. Estos tipos de núcleos de comunicación, que clasifican los diferentes servicios repartidos por secciones organizadas, deben permitir un acceso fácil y rápido a los anuncios. A modo de entrada en el portal el acceso se opera, la mayoría de las veces, por la elección de una región junto con el de una categoría (vehículo, inmobiliario, multimedia, casa, ocios, empleos, y servicios), esta disposición sintética apunta hacia la eficacia y la sencillez de uso, además tiene la ventaja de proponer una distribución de la página que debe también poder absorber la presencia de cabeceras publicitarias.

Las interfaces tienen una característica común: la de ser ligeras en la carga para no ser penalizadas por los buscadores (supresión de Javascript, de CSS sobrecargados, etc.) pero ellas muchas veces pesan en el momento de la lectura por la saturación de información visual. Su aspecto, que resulta más de un trabajo conjunto entre manager (marketing/publicidad), desarrollador (arquitectura/código) e integrador (ergonomía/interfaz) nos conduce a preguntarnos en qué medida el trabajo del diseño global habrá encontrado un sitio dentro de la concepción formal de estos agregadores de anuncios.

A causa de la eclosión reciente de esta tipología de herramientas en línea, aparecida durante los años 2000 y por consiguiente de una falta de visión histórica, quizás su presentación no está todavía estructurada de modo en el cual el potencial de las funciones efectivas y latentes que le permita alcanzar su mayor intensidad. En efecto, estás herramientas parecen constituir un abundante terreno de investigación que como tal, hubiera apasionado a uno como Georges Pérec, autor de «Pensar/clasificar».
 

El escritor crucigramista se interesó por la reflexión sobre las formas de la invención, trabajando en lo más profundo de la obligación, como la que ejercen los sistemas de clasificación. Meditó sobre las maneras de clasificar, las analizó, ordenó y fragmentó el «continuum» del entorno material cotidiano. Por ejemplo, se encontrará en esta recopilación póstuma, publicada en 1985, un texto de antología titulado «Notes brèves sur l’art et la manière de ranger ses livres» («Notas breves sobre el arte y la manera de ordenar sus libros») en la que el discernimiento del autor se consagra a interrogar las lógicas subyacentes a la composición de lo que ha de llamarse «biblioteca». Estas elecciones en el arreglo, a veces sutiles, se ven desplegadas en una sabia mezcla de rigor y de subjetividad. Explorando los caminos más diversos que toma la organización de un hombre ordinario, Pérec se dedica a la clasificación del mundo, de los seres, de las cosas interrogando las conveniencias formales. En «Notes sur les objets qui sont sur ma table de travail» («Notas sobre los objetos que están sobre mi mesa de trabajo») escribe después de efectuar la simple designación de todos los «items» que ocupan y rodean este espacio personal:

«nada se considera más simple que establecer una lista, en realidad es mucho más complicado de lo que parece».

Se percibe como en esta frase, se asoma la aporía de la idea de clasificación estable o perfecta y la dificultad muy subjetiva que representa una elección banal en la organización individual para un conjunto acabado de productos. Por conocer el interés que tenía él por el uso doméstico de los computers (Cf. «Le computeur pour tous», crónica publicada en la revista Arts et Loisirs, N°68, enero 1967), entonces se concibe el vértigo que hubiera experimentado delante de la realización de una lista contributiva infinita como las listas que fabrican hoy en día las plataformas de anuncios, nos referimos a estos sistemas que agregan y generan una enumeración en constante evolución de la cual la obra de «catálogo» constituye algo parecido a una tarea eterna de reposición de existencias, un comienzo perpetuo que raya en el mito de Sísifo.

Sin la contribución de los artistas y de los diseñadores, cuya inquietud tiene la facultad de despertar las capacidades durmientes dentro de las técnicas vigentes, la complejidad en la gestión de los datos producidos por tales objetos técnicos nos conminaría a que pensáramos que se trata necesariamente de confiar la concepción de estos portales a los especialistas y técnicos de la automatización. Tal elección, podría presuponer que antes de cualquier otra consideración, la cuestión capital de estas plataformas dedicadas a la publicación de anuncios, es la cuestión reduccionista de la fluidificación de la optimización de la rapidez y del rendimiento. A este enfoque funcional y estrictamente cuantitativo, indispensable en un primer momento a la viabilidad de estas construcciones, la mirada distraída del artista va a proponer asociar e incluso acoplar la consideración de la calidad, la cuestión de la factura y el trabajo de los aspectos formales que permiten percibir las riquezas y las capacidades de tal medio técnico.
 

Según este ángulo, se vuelve interesante estudiar la maquinaria de los portales de anuncios gratuitos en línea: estos objetos técnicos contemporáneos innovadores quizás no hayan encontrado su forma específica y auténtica. Puede ser que necesiten unos ajustes. Apartándose de los formatos clásicos de las guías de páginas o hasta de los modelos prescritos por los «Big Four» o «GAFA», tal vez sea deseable poder adoptar una conducta libre en las rutinas de modos de empleo, buscadores y conveniencias gastadas. Esta emancipación es posible practicando, trabajando y reconsiderando estos medios técnicos según un enfoque más bien útil que menos necesario.

En el 1947, André Breton proponía a propósito de la exhibición de obras de arte coleccionadas, la idea de «revolución surrealista» sustituyendo la lógica museográfica del «entonces» (calificada «palabra más odiosa») un método de enfoque analógico que se orienta hacia el «cómo»; escribe:

«El método analógico, celebrado en la Antigüedad y en la Edad Media y desde entonces sustituido de modo grosero por el método “lógico” que nos llevó al conocido callejón sin salida, el primer deber de los poetas, de los artistas, es restablecerlo en todas sus prerrogativas a condición de arrancarlo a las segundas intenciones espiritualistas que por haberse portado siempre con él como parásitos, vician o paralizan su funcionamiento.»

Por esta razón, el «Muro del taller de Breton», hoy día trasladado irónicamente y conservado en la colección permanente del Centro Pompidou, es un paradigma de esta combinación asociativa que nos da a conocer que «la significación propia de una obra de arte no es la que pensamos darle sino la que ella es susceptible de tomar respecto a lo que la rodea». Así surgen unos acercamientos (relaciones, nexos) o interfaces que modifican las yuxtaposiciones formales en uso clásicamente; la analogía, la acumulación, el fetichismo, el símbolo, el esoterismo, la salvaguardia, el bricolaje de las cosas, etc. son tantas vías que propone, diversos tipos de relaciones y de organización diferentes a las de las economías dominantes. El desplazamiento extraordinario del surtido de cosas que cartografía un contrapunto crítico a los valores actuales en los museos y va tejiendo una tela de sentidos y de correspondencias complejas que hoy día puede ser considerado como un recurso transferible arreglando unas combinaciones ricas y que permiten «alcanzar dos realidades distantes y que de su proximidad nazca una chispa».

Esta consideración hacia los vínculos inéditos abre la posibilidad de una alteración de la lógica común del catálogo. Este término de «catálogo» procede del griego antiguo katalogos, formado de kata (hacia abajo) y logos («palabra», «discurso», «razón», por extensión «estudio», «libro») y entonces ella designa una enumeración, una lista indicativa ordenada, es decir un modo de organización, en el vocablo, destinado a que «se desenrolle» hacia abajo una serie de objetos o entidades. Así que el catálogo, puede remitir a la lista metodológica de los elementos de una colección acompañada de detalles de explicaciones o remite a una lista ilustrada de mercancías de objetos para vender.

Precisamente es esta manera de «faire “tenir ensemble” les mots et les choses» (combinar y asociar palabras y cosas), esta sintaxis la que se ha de interrogar; nos remite al fragmento de Borges que cita Michel Foucault en su prefacio de «Las palabras y las cosas»: Este texto cita «cierta enciclopedia china» donde está escrito que

«los animales se dividen en: a) los que pertenecen o los pertenecientes al Emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) cochinillo e) sirenas, f) fabulosos, g) perros sueltos, h) incluídos en esta clasificación, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l) etcétera, m) que acaban de romper el jarrón, n) que de lejos parecen moscas. En el asombro de esta taxonomía, lo que se ve de golpe, lo que, por medio del apólogo, se nos muestra como el encanto exótico de otro pensamiento, es el límite del nuestro: la sencilla imposibilidad de pensar esto».

Considerando que la serie alfabética (a, b, c, d) confirma en el lenguaje la heterogeneidad de las categorías y su carácter artificial, está permitido pararse algún tiempo en las formas como precisamente estas cosas están «tendidas», «puestas en» y «dispuestas», e interrogarse sobre qué espacios de orden se han constituido dentro de los arreglos virtuales que la internet permite hoy en día. Si en el caso de una colección tangible e individual, que depende de la práctica de un curioso como Vladimir Arkhipov, Guy Selz, Adré Breton o también Georges Adéagbo entre otros, se puede concebir que una forma de arreglo sea ratificada durante una exposición, ¿cómo componer un campo de concomitancia ajustable y pertinente en el que cada elemento puede tomar valor en relación a lo que le rodea cuando el inventario del contenido que hay que trabajar es comparable al fluir eternamente cambiante de un río?


Ce texte est une version traduite d’un article rédigé en espagnol et publié sur le site Web du revolico.com à l’occasion de la douzième biennale d’art de La Havane, Juillet-Août 2015. Document consultable [en ligne]; URL: http://www.revolico.com/retombee/invento-y-tipos-de-inventario.html

On ne peut pas entrer une seconde fois dans le même fleuve, car c’est une autre eau qui vient à vous ; elle se dissipe et s’amasse de nouveau ; elle recherche et abandonne, elle s’approche et s’éloigne. Nous descendons et nous ne descendons pas dans ce fleuve, nous y sommes et nous n’y sommes pas.1

Willhaben.at, Kapaza.be, Revolico.com, Segundamano.es, Leboncoin.fr, Tori.fi, Jofogas.hu, Subito.it, Finn.no, Custojusto.pt, Blocket.se, Tutti.ch, Craigslist.org, Olx.com.ar, Mercadolibre.com, Bomnegocio.com, Yapo.cl, Vende.pe, Todoaca.com.uy, Roloeganga.com.ve, Sidibouras.com, Sidisouk.com etc., la liste n’est pas exhaustive2 mais suffit à montrer la portée mondiale, l’état de la diversité internationale des portails d’annonces gratuites sur le web ; sa consultation révèle aussi, dans une certaine mesure, l’uniformité et la normalisation de leur principe ergonomique.

Ces plateformes d’abord utiles aux personnes qui les pratiquent, forment également, pour le navigateur curieux, le paysage d’un récit de voyage au sein de la culture matérielle contemporaine et vivante de chaque pays. Le parcours successif de ces différents supports fait découvrir au visiteur le paradoxe suivant : les portails permettent l’accès à des contenus variés et spécifiques à chaque situation particulière, mais le canal de diffusion de ces contenus étant assez largement identique et générique, l’offre ne s’en trouve pas moins canalisée et formatée selon des schémas topiques. Ces sortes de noyaux de communication, répertoriant les différents services distribués par rubriques organisées, sont censés permettre un accès facilité et rapide aux annonces. En guise d’entrée dans le portail, l’abord s’opère le plus souvent par le choix d’une région couplé à celui d’une catégorie (véhicule, immobilier, multimédia, maison, loisirs, emplois et services), cette disposition synthétique vise l’efficacité et la simplicité d’usage, elle a en outre l’avantage de proposer une répartition de la page qui doit pouvoir absorber la présence de bandeaux publicitaires.

Les interfaces ont la caractéristique commune d’être légères au chargement pour ne pas être pénalisées par les moteurs de recherche (pas de Javascript, pas de CSS surchargés, etc.) mais sont souvent lourdes à la lecture car encombrées d’information visuelle. Leur aspect semblant davantage résulter d’un travail conjoint entre manageur (marketing/publicité), développeur (architecture/code) et intégrateur (ergonomie/interface), amène à se demander en quelle proportion le travail de design global aura trouvé place au sein de la conception formelle de ces agrégateurs. En raison de l’éclosion récente de cette typologie d’outils en ligne, apparue dans le courant des années 2000, et par conséquent d’un manque de recul historique, le mode de présentation de leur structure n’est peut-être pas encore celui dans lequel le potentiel des fonctions effectives et latentes atteint sa pleine intensité. En effet, ces outils semblent constituer un foisonnant terrain de recherche, qui, comme tel, aurait, à coup sûr, passionné quelqu’un comme Georges Pérec, auteur de Penser/Classer3.
 

L’écrivain cruciverbiste s’est attaché à la réflexion sur les formes de l’invention travaillant au cœur de la contrainte comme celle qu’exercent les systèmes de classement et a longuement médité, analysé les manières de classer, ordonner, fragmenter le continuum de l’environnement matériel quotidien. On trouvera par exemple dans ce recueil posthume publié en 1985 un texte d’anthologie intitulé « Notes brèves sur l’art et la manière de ranger ses livres »4, où le discernement de l’auteur se voue à interroger les logiques sous-jacentes à la composition de ce qu’il est convenu d’appeler « bibliothèque ». Ces choix d’arrangement parfois subtils, sont dépliés dans un savant mélange de rigueur et subjectivité. Explorant les chemins les plus divers qu’emprunte l’organisation d’un homme ordinaire, Pérec s’adonne au classement du monde, des êtres et des choses en interrogeant les convenances formelles. Dans « Notes sur les objets qui sont sur ma table de travail » il écrit après avoir procédé à la simple nomination de tous les items occupant, environnant cet espace personnel :

Rien ne semble plus simple que de dresser une liste, en fait c’est beaucoup plus compliqué que ça n’en a l’air.5

L’on sent poindre dans cette phrase l’aporie de l’idée de classement stable ou parfait, et la difficulté toute subjective que représente un banal choix d’organisation individuelle pour un ensemble fini de produits. Connaissant l’intérêt qu’il portait à l’usage domestique des computers6, on imagine alors le vertige qu’aurait éprouvé l’auteur devant l’entreprise de liste contributive infinie telle celles que fabriquent aujourd’hui les plateformes d’annonces citées précédemment ; ces systèmes agrègent et génèrent une énumération en constante évolution, dont l’œuvre de « catalogue » constitue quelque chose comme une tâche d’éternel renouvellement du stock, un recommencement perpétuel qui confine au mythe de Sisyphe.

Sans l’apport des artistes et des designers, dont l’inquiétude a la faculté de réveiller les capacités dormantes au sein des techniques en vigueur, la complexité de gestion de données engendrées par de tels objets techniques nous enjoindrait à penser qu’il s’agit nécessairement d’en confier la conception aux spécialistes des programmes et techniciens de l’automatisation. Ce choix présupposerait qu’avant toute autre considération, la question capitale de ces plateformes dédiées aux pratiques d’annonces est celle, réductionniste, de la fluidification, de l’optimisation, de la rapidité et du rendement. À cette approche fonctionnelle et strictement quantitative, dans un premier temps indispensable à la viabilité de ces constructions, le regard distrait de l’artiste proposera d’adjoindre et même de coupler la considération de la qualité, la question de la facture, et le travail des aspects formels qui font apercevoir la richesse et les capacités d’un tel milieu technique.
 

Selon cet angle de vue, il devient intéressant d’étudier l’appareillage des portails d’annonces gratuites en ligne : ces objets techniques contemporains, n’ont peut-être pas encore trouvé leur forme spécifique et authentique ; ils ont peut-être encore besoin de réglage(s). Se dégageant des formats classiques de l’annuaire, de la page, ou encore des modèles prescrits par les Big Four, ou GAFA7 il est peut-être souhaitable de pouvoir adopter une conduite affranchie des routines de modes d’emploi, moteurs de recherche et des convenances usées. Ce déconditionnement est possible en fréquentant, travaillant, reconsidérant ces moyens techniques selon une approche moins nécessaire qu’autrement utile.

En 1947, André Breton avançait, au sujet de la monstration d’œuvres d’art collectionnées, l’idée d’une révolution surréaliste substituant à la logique muséale du « donc » (qualifié de « mot le plus haïssable »)8, une méthode d’approche analogique qui chemine par le « comme » ; il écrit :

La méthode analogique, tenue en honneur dans l’Antiquité et au Moyen-Âge, depuis lors grossièrement supplantée par la méthode « logique » qui nous a conduits à l’impasse qu’on sait, le premier devoir des poètes, des artistes est de la rétablir dans toutes ses prérogatives, à charge de l’arracher aux arrière-pensées spiritualistes qui, s’étant toujours comportées vis-à-vis d’elle en parasites, vicient ou paralysent son fonctionnement.9

À ce titre, le Mur de l’atelier de Breton10 , aujourd’hui ironiquement déménagé et conservé dans la collection permanente du Centre Pompidou, est un paradigme de cette combinatoire associative qui fait comprendre que :

La signification propre d’une œuvre n’est pas celle qu’on croit lui donner, mais celle qu’elle est susceptible de prendre par rapport à ce qui l’entoure.11

Surgissent ainsi des rapprochements ou interférences qui modifient les juxtapositions formelles plus classiquement en usage ; l’analogie, l’accumulation, le fétichisme, le symbole, l’ésotérisme, la sauvegarde, le bricolage des choses, etc. sont autant de voies qui proposent des rapports et des types d’organisation diverses, différentes des économies dominantes. Le déplacement extraordinaire de l’assortiment des choses qui cartographie un contrepoint critique aux valeurs en cours dans les musées et tisse une toile de sens et d’accords complexes peut être considéré, comme une ressource transférable, bricolant des combinaisons riches car imprévues et permettant d’ :

Atteindre deux réalités distantes et de leur rapprochement tirer une étincelle. ((A. Breton, « Max Ernst », In Les Pas perdus, Œuvres Complètes, Paris : Éditions Gallimard, Coll. « Bibliothèque de la Pléiade », Tome 1, 1988, pp.245-246.))

Cette considération pour des mises en rapport jusqu’alors inédites ouvre la possibilité d’une altération de la logique commune du catalogue. Ce terme de « catalogue » vient du grec ancien κατάλογος katalogos, qui est formé de κατά, kata (vers le bas) et λόγος, logos (« parole », « discours », « raison », par extension « étude », « livre ») et désigne donc une énumération, une liste indicative ordonnée, c’est-à-dire un mode d’organisation, dans la parole, destiné à faire « se dérouler » vers le bas une série d’objets ou d’entités. Le catalogue peut donc renvoyer à la liste méthodique des éléments d’une collection, accompagnée de détails, d’explications ou, à une liste, souvent illustrée, de marchandises, d’objets à vendre. C’est précisément cette manière de « faire ‹ tenir ensemble › les mots et les choses », cette syntaxe, qu’il convient de questionner. Elle nous renvoie au passage de Borges que cite Michel Foucault dans la préface de Les mots et les choses :

Ce texte cite une « Une certaine encyclopédie chinoise où il est écrit que les animaux se divisent en : a) appartenant à l’Empereur, b) embaumés, c) apprivoisés, d) cochons de lait, e) sirènes, f) fabuleux, g) chiens en liberté, h) inclus dans la présente classification, i) qui s’agitent comme des fous, j) innombrables, k) dessinés avec un pinceau très fin en poil de chameau, l) et cætera, m) qui viennent de casser la cruche, n) qui de loin semblent des mouches ». Dans l’émerveillement de cette taxinomie, ce qu’on rejoint d’un bond, ce qui, à la faveur de l’apologue, nous est indiqué comme le charme exotique d’une autre pensée, c’est la limite de la nôtre : l’impossibilité nue de penser cela12 .

Considérant que la série alphabétique (a, b, c, d) consacre dans le langage l’hétérogénéité des catégories et leur caractère artificiel, il est permis de s’arrêter un temps sur les façons dont précisément ces choses sont « couchées », « posées », « disposées », et de s’interroger sur les espaces d’ordre qui se sont constitués au sein des aménagements virtuels qu’internet permet aujourd’hui. Si dans le cas d’une collection tangible et individuelle relevant de la pratique d’un curieux comme Ernesto Oroza, Vladimir Arkhipov, Guy Selz, André Breton ou encore Georges Adéagbo, pour ne citer qu’eux, l’on peut concevoir qu’une forme d’arrangement soit arrêtée, le temps d’une exposition, sous la forme d’une collection, comment composer un champ de concomitance ajustable et pertinent, où chaque élément peut prendre valeur par rapport à ce qui l’entoure, lorsque l’inventaire des items à travailler est comparable au flot perpétuellement changeant d’un fleuve ?

  1. Héraclite, « Fragments », In. A. Fouillée, Extraits des grands Philosophes, Librairie Delagrave, 1938, p. 25. Cf. également, Fragments, texte établi, traduit et commenté par M. Conche, Paris : Éditions PUF, Coll. « Épiméthée », 1986. []
  2. Source : Wikipédia, Article « Leboncoin.fr », Rubrique « Équivalent à l’étranger » : http://fr.wikipedia.org/wiki/Leboncoin.fr []
  3. G. Pérec, Penser/Classer (1985), Paris : Hachette, 1992, Réédition au Seuil, Coll. « La Librairie du XXe siècle », 2003. []
  4. Op. Cit. G. Pérec, Penser/Classer, pp.31-42. []
  5. Ibid., pp.17-24. []
  6. Cf. « Le computeur pour tous », chronique parue dans Arts et Loisirs, N°68, jan. 1967. Texte disponible [En ligne] ; URL : http://escarbille.free.fr/vme/ ?txt=lcpt []
  7. Google, Apple, Facebook, Amazon, c’est-à-dire les quatre entreprises les plus influentes dans le secteur du numérique et qui dominent l’espace du WEB. []
  8. A. Breton, Signe ascendant (1947), Éditions Gallimard Poche, Coll. « Poésie » 1968, p.176.
    [10] Op. Cit. p.11. []
  9. Op. Cit. p.11. []
  10. Cf. D. Ottinger, « Le Mur de l’Atelier », photographie de la pièce disponible [En ligne] ; URL : http://www.andrebreton.fr/work/56600100228260#noteN []
  11. A. Breton, « La confession dédaigneuse », In. Les Pas perdus, Œuvres complètes (OC), Paris : Gallimard, Coll. « Bibliothèque de la Pléiade », tome 1, 1988, p.198. []
  12. M. Foucault, Les mots et les choses (1966), Paris : Éditions Gallimard Poche, Coll. « Tel », 1990, p.7. []

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